El hígado es el órgano interno más grande del cuerpo y se encarga de eliminar las sustancias tóxicas que ingresan a la sangre. También tiene un papel en la lucha contra las infecciones, especialmente en el intestino. Aunque tener un hígado saludable es importante para todas las personas, es especialmente importante para quienes viven con VIH, pues está a cargo de metabolizar el tratamiento antirretroviral y otros medicamentos.
El hígado y sus funciones
Este órgano se encuentra ubicado en la parte superior derecha del abdomen y está protegido por las costillas.
Cumple con varias funciones en el cuerpo:
- Filtra la sangre, eliminando sustancias tóxicas de los medicamentos, los alimentos y los desechos del cuerpo.
- Produce bilis, que se libera en el intestino para ayudar a digerir las grasas.
- Descompone los alimentos, liberando energía y almacenando vitaminas y minerales.
Las infecciones del hígado causadas por virus, como la hepatitis A, B y C, no sólo pueden causar enfermedades graves, sino que también pueden afectar la capacidad de este órgano para procesar medicamentos. Lo mismo puede suceder con los daños hepáticos causados por el consumo de drogas y alcohol.
Beber mucho alcohol durante muchos años puede dañar el hígado, dejándole cicatrices permanentes que lo vuelven incapaz de funcionar correctamente. Ciertas drogas recreativas, el medicamento para el dolor paracetamol (si se toma en dosis altas o mezclado con alcohol) y algunos medicamentos utilizados para tratar el VIH y otras enfermedades también pueden causar inflamación y lesiones en el hígado.
¿Qué es La Hepatitis?
El término “hepatitis” significa inflamación del hígado y es relativamente común en personas con VIH. Las causas más comunes son los virus de la hepatitis A, B y C, que pueden causar enfermedades graves.
La hepatitis A por lo general se transmite al consumir alimentos o bebidas contaminadas con heces humanas que contienen el virus de la hepatitis A, y también por contacto sexual boca-ano. Puede provocar una enfermedad de corto plazo o aguda, que normalmente dura entre 10 y 14 días. Esta infección no se vuelve crónica. Las personas con hepatitis A suelen recuperarse sin ningún tratamiento especial y las complicaciones graves son raras. Una vez que has tenido hepatitis A, no puedes volver a contraerla.
Sin embargo, las personas que viven con VIH pueden permanecer enfermas con hepatitis A durante más tiempo que las personas sin el VIH. Cuando el hígado está inflamado debido a la hepatitis A, es posible que no pueda procesar correctamente los medicamentos antirretrovirales y otros fármacos, lo que podría traer efectos secundarios graves. Por fortuna, está disponible una vacuna para la hepatitis.
Por otro lado, la hepatitis B se transmite comúnmente de madre a hijo durante el embarazo, por contacto con sangre o a través de relaciones sexuales sin protección, ya sea anales, orales o vaginales. También existe una vacuna para la hepatitis B.
Finalmente, la hepatitis C es un virus que se transmite por la sangre. Igual que el VIH, se propaga a través de productos sanguíneos contaminados (como transfusiones), el uso compartido de jeringas para inyectarse drogas o de madre a hijo. También se ha observado que la hepatitis C se transmite por contacto sexual, especialmente entre hombres gays. Es curable.
Las prácticas sexuales de riesgo parecen incluir el fisting (penetración con el puño), las relaciones sexuales en grupo, el uso de drogas y el sexo sin protección en general. Para la hepatitis C no hay una vacuna, pero existen tratamientos muy efectivos.
El VIH aumenta Los Riesgos Para el Hígado
Una infección no tratada de VIH puede aumentar el riesgo de problemas hepáticos. Algunos medicamentos antirretrovirales, en especial la nevirapina, pueden provocar inflamación en el hígado. Las dosis extremadamente altas de vitamina A también pueden causar daño hepático. Un daño hepático grave puede aumentar las posibilidades de desarrollar cáncer de hígado, lo cual puede ser mortal.
Desafortunadamente, en las etapas tempranas de la enfermedad hepática puede no haber síntomas evidentes. Una vez que hay cierto daño en el hígado, los síntomas típicos incluyen cansancio extremo, pérdida de peso, pérdida de apetito, náuseas y vómitos, fiebre, dolor abdominal, picazón en la piel y un hígado agrandado o sensible. También puede presentarse ictericia, es decir, coloración amarilla en la piel o los ojos, orina oscura y heces de color claro.
La función hepática de las personas con VIH debe ser monitoreada como parte de la atención médica de rutina. Se les deben hacer pruebas para detectar hepatitis A, B y C, y también se puede realizar un examen físico para determinar si el hígado está agrandado o sensible.
Mantén Un Hígado Saludable
Puedes seguir estos sencillos pasos para proteger tu hígado:
- Si viajas, recuerda que la hepatitis A puede transmitirse a través de mariscos, ensaladas, vegetales crudos, agua y cubitos de hielo.
- Se recomienda que todas las personas con VIH se vacunen contra la hepatitis A y B.
- Puedes reducir tu riesgo de hepatitis C usando condón y guantes de látex si practicas fisting.
- No compartas lubricantes ni juguetes sexuales.
- Si usas drogas intravenosas, utiliza sólo equipos de inyección estériles.
- No bebas alcohol en exceso y dale tiempo a tu cuerpo para recuperarse después de una borrachera Además, ten en cuenta que el uso de drogas recreativas puede dañar tu hígado.
Recuerda que las personas con VIH pueden llevar una vida muy saludable con la atención médica adecuada. Si tú vives con VIH y no has iniciado tu tratamiento o si lo suspendiste y quieres retomarlo, en AHF Colombia podemos ayudarte. Acércate a nuestras oficinas o escríbenos por Whatsapp y conoce todos nuestros servicios.