Sandra Ávila: una vida de lucha contra el VIH marcada por la resiliencia 

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La primera vez que la doctora Sandra Ávila tuvo contacto con un paciente seropositivo estaba en sexto semestre de medicina. En un hospital, un joven de 29 años fue aislado en una pequeña sala de urgencias y tratado con frialdad por el personal médico. “Este es un sidoso”, escuchó decir a un profesional de la salud. Contrariada ante la indiferencia, decidió acompañarlo durante la noche, sosteniendo su mano y escuchando sus últimas palabras: “Ya casi”. Esa experiencia marcó su vida y la llevó, sin saberlo, a convertirse en una de las figuras reconocidas en la lucha contra el VIH en Colombia. 

El camino hacia el activismo en salud 

Comenzó su carrera con el sueño de ser nefróloga, pero el destino la guio hacia la epidemiología y más tarde, al trabajo con VIH. En 2006, se incorporó al Ejército Colombiano como epidemióloga, un espacio que le permitió conocer la realidad del VIH en el país. “Trabajar en el Ejército me enseñó liderazgo y me permitió recorrer todo Colombia, conocer el territorio y las necesidades de la población”, recuerda. Y aunque su rol en esta institución también le representó grandes desafíos, su perseverancia la llevó a trabajar con organismos internacionales, como la OPS (Organización Panamericana de la Salud), el Ministerio de Salud y un proyecto financiado por el Fondo Global denominado “Avanzada”, coordinando proyectos que fortalecieron la respuesta del país frente al VIH. 

Construyendo una visión integral de la salud 

Para la doctora Sandra, el VIH no es solo un virus, es un fenómeno social que debe ser abordado desde una perspectiva médica, psicológica y comunitaria. Es por esto por lo que considera clave abogar por el acceso equitativo al tratamiento y la eliminación de barreras estructurales en el sistema de salud. “El VIH sigue estando marcado por el estigma, especialmente en mujeres y en algunas poblaciones. Se asocia con promiscuidad, con un juicio moral que afecta la vida de quienes lo viven”, explica. 

Uno de los retos que ha identificado es la necesidad de un relevo generacional en el activismo y el trabajo por la Salud Sexual y Reproductiva. “El VIH no puede ser tratado solo por expertos con años de experiencia; necesitamos nuevas voces, nuevas miradas”, afirma. Hoy, desde su trabajo en AHF Colombia, donde actualmente es Gerente de Programa de País, señala la importancia de fortalecer la capacidad técnica de las organizaciones de base comunitaria para que su incidencia sea más efectiva. 

El precio y la recompensa de la lucha 

En su recorrido ha enfrentado momentos de duda. “Ha habido veces en las que he sentido que mi trabajo no tiene impacto, que no es valorado”, confiesa. Sin embargo, siempre encuentra razones para continuar. Recuerda con emoción a un paciente joven con sarcoma de Kaposi que le dijo: “Doctora, yo no quiero morir”. A pesar de los esfuerzos, el joven falleció, dejando en ella la certeza de que su misión es seguir luchando para que otros tengan mejores oportunidades. 

Uno de sus mayores logros ha sido el contacto humano con las personas. “Cuando un niño con VIH me llama ‘doctora rulitos’ y me dice que me quiere, siento que todo vale la pena”, cuenta con una sonrisa y su mirada enternecida. También se siente orgullosa de haber formado parte de procesos que han mejorado el acceso a la salud en Colombia, representando a organizaciones tales como la liberación de patentes de medicamentos para VIH y la inclusión del diagnóstico comunitario en el sistema de salud. 

Ser mujer en la lucha contra el VIH 

Ser mujer en un campo dominado por estructuras de poder masculinas ha sido un desafío adicional. “He trabajado en espacios donde los cargos de dirección son ocupados por hombres, mientras las mujeres hacemos el trabajo operativo”, menciona.  Sin embargo, ha demostrado que la resiliencia y la capacidad de liderazgo no dependen del género. 

Para ella, la conmemoración del Día Internacional de la Mujer no es una celebración, sino un recordatorio de las luchas pendientes. “Las mujeres seguimos enfrentando brechas salariales, violencia y estereotipos que nos limitan. Nos toca trabajar el doble para demostrar nuestro valor”, reflexiona. 

Mirando hacia el futuro 

La doctora Sandra sueña con un país donde el VIH deje de ser sinónimo de discriminación. “Necesitamos políticas públicas reales, no solo discursos sobre educación y estigma. Hay que aterrizar las soluciones”, enfatiza. También cree en la corresponsabilidad: “No podemos seguir culpando solo al sistema de salud, debemos ser responsables de nuestras decisiones y de cómo abordamos el VIH en nuestras comunidades“. 

A las nuevas generaciones de mujeres que quieren sumarse a la lucha contra el VIH les deja un mensaje claro: “Si tu pasión es servir, este es tu camino. No es fácil, a veces querrás rendirte, pero la recompensa es saber que estás cambiando vidas”. 

 “Las palmeras se doblan, pero nunca se quiebran, y cuando la tormenta pasa, siguen en pie, así eres tú”, le dijo su hijo un día. Él acertó en su analogía, pues además de su trayectoria en la medicina y en la lucha contra el VIH, su rol como madre y líder han hecho de la doctora Sandra Ávila una mujer resiliente frente a todos los desafíos que implica trabajar por un futuro sin estigmas ni barreras para quienes viven con VIH.  Y aunque los retos en materia de igualdad de género persisten, con su liderazgo y el de cada colaboradora de AHF Colombia se suma un granito de arena que aporta a un futuro en el que no deje a nadie atrás.