No más muertes evitables: la misión que mueve a Ladys Acevedo en la lucha contra el VIH 

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AHF Colombia

En Cartagena, una ciudad vibrante, diversa y profundamente marcada por contrastes sociales, una mujer ha encontrado su propósito entre las historias de lucha, resistencia y esperanza que rodean al VIH. Ladys Acevedo, coordinadora regional de AHF Colombia en la capital de Bolívar, representa un eslabón vital entre las comunidades y la institucionalidad. Su voz, cálida y firme, es la de quien ha estado en ambos lados del camino y ha aprendido a tender puentes donde antes solo había muros. 

“Yo empecé en comunidades”, recuerda Ladys. “Desde ahí se crean las herramientas para aprender a escuchar, discernir y traducir las necesidades en acciones concretas. AHF es ese puente entre esos mundos, entre la comunidad y las instituciones”. 

Haber transitado por distintas entidades le ha permitido entender no solo los procedimientos, sino también a las personas detrás de los números. Y es precisamente ese enfoque humano el que ha convertido a Cartagena en una de las ciudades con mayor eficiencia en la vinculación de pacientes recién diagnosticados con el sistema de salud. “Aquí, un paciente no demora más de 15 días en iniciar tratamiento. Incluso los no asegurados reciben atención en menos de un mes”, afirma orgullosa.  

Las barreras invisibles frente al VIH

Sin embargo, no todo fluye con la misma rapidez. Las barreras más difíciles de derribar no siempre están en los formularios ni en los trámites administrativos: están en los prejuicios. Ladys lo tiene claro. “Aquí todavía hay mucho machismo. Y se estigmatiza demasiado, incluso desde el personal médico. Hay médicos que no saben cómo tratar a una persona con VIH, que ni siquiera dominan la terminología correcta”.  

El estigma no es exclusivo de las calles. Se cuela en los hospitales, en las salas de espera, en los comentarios de pasillo. Y lo más doloroso es cuando proviene de quienes deberían cuidar. “Un paciente me contó que, en una clínica, el vigilante le dijo a todo el mundo que tenía VIH”. 

En un entorno como ese, hablar de educación no es un lujo, es una urgencia. Ladys insiste en la necesidad de capacitar al personal de salud más allá del grupo que trabaja directamente con VIH. “Porque no se puede brindar una atención digna desde la ignorancia. Y eso aplica también para la población general: muchas personas aún creen que compartir un vaso transmite el virus”. 

La discriminación también golpea a las poblaciones clave. “Aquí en Cartagena las parejas del mismo sexo no pueden caminar de la mano con libertad. Se han ganado espacios, sí, pero aún hay miedo. Aún hay miradas. Aún hay silencio”. 

¿Y las políticas públicas? 

Aunque reconoce avances a nivel nacional, Ladys es crítica con los vacíos que persisten en las políticas públicas. “Falta articulación intersectorial, más recursos para prevención combinada y un enfoque diferencial real. Es urgente una política mucho más fuerte contra el estigma y la discriminación”, sentencia. 

Si pudiera proponer una reforma clave, apunta sin dudar: educación sexual integral desde la escuela. “Los chicos en las universidades no saben qué es una ITS, no saben cómo se transmite el VIH. La educación debe empezar desde pequeños, con información clara, detallada, adaptada a su edad. Solo así podemos prevenir”. Y para la atención, su llamado es igual de contundente: “Todo el personal médico debe conocer realmente qué es el VIH”

Una promesa silenciosa 

Ladys habla desde la experiencia, pero también desde el dolor. En 2013, perdió a Marlon, un amigo muy cercano, a causa del VIH. “Murió solo, sin apoyo de su familia, sin acceso a tratamiento. Lo enterraron casi de inmediato, como si fuera un peligro”. 

Marlon no alcanzó a beneficiarse de los avances en tratamientos antirretrovirales. Hoy, su historia hace parte de las razones por las que Ladys se entrega a su labor. “Muchas veces pienso que todo esto lo hago en honor a su lucha. No quiero que haya más Marlon. Ni más amigas sufriendo por la pérdida de alguien que se pudo salvar”. 

Un puente vivo en Cartagena

En Cartagena, AHF Colombia no es solo una organización. Es una mano extendida. Es un espacio donde las personas se sienten escuchadas y respetadas. “Nosotros ofertamos pruebas rápidas a todo el mundo. Queremos que las personas tengan la oportunidad de saber, de acceder a tratamiento, de alcanzar la indetectabilidad y no transmitir el virus. Queremos salvar vidas”. 

Y esa convicción no es solo un eslogan. Es una práctica diaria basada en la escucha, en el respeto y en la atención humanizada. “Tratamos a todos como nos gustaría que nos trataran. Esa es nuestra filosofía. Que la atención sea oportuna, diferencial y basada en el amor”. 

Una vida para servir 

Al final de la entrevista, cuando ya se han dicho muchas cosas, Ladys comparte una frase que la acompaña siempre: “El que no nace para servir, no sirve para vivir”. Puede parecer una frase de cajón, admite, pero para ella es un principio de vida.

“Yo no trabajo por plata. Trabajo porque me siento útil. Porque siento que fui creada para servir a los demás. Si algún día muero, quiero que en mi epitafio diga: ‘Aquí yace una mujer que ayudó, que sirvió a su comunidad, que brindó amor’”. 

Ladys Acevedo no es solo una coordinadora. Es un puente. Uno firme, humano y luminoso entre las instituciones y la gente. Entre las políticas públicas y los abrazos sinceros.