¿Sabías que no se debe decir contagio de VIH y el porqué? Porque usar el término transmisión de VIH describe mejor el actuar del virus. Y no asusta. El buen uso del lenguaje al hablar de VIH no es usar palabras llamativas o rimbombantes. Es usar expresiones correctas que nos ayuden a poner fin a la estigmatización. También que nos den una descripción científica más adecuada.
Las redes sociales, los medios de comunicación, o incluso el personal de salud usa términos inadecuados. Puede ser “morirse de sida” o referirse a grupos más vulnerados y con mayores riesgos a adquirir el VIH. Aquí damos ejemplos de como tendría que ser.
Este es el buen uso del lenguaje
Transmisión: Aunque en los diccionarios “transmisión” y “contagio” aparecen como sinónimos,
hay una diferencia. Se habla de contagio cuando el agente infeccioso (virus, bacteria)
puede sobrevivir fuera del cuerpo (agua, aire, alimentos, superficies, etc.) durante
períodos prolongados, y cumple parte de su ciclo vital fuera del cuerpo. Es el caso
del virus de la gripe, del sarampión, de la hepatitis A, o de las bacterias que causan
neumonía, meningitis y muchas otras infecciones.Pero el VIH, como otros agentes infecciosos, nace, crece y se reproduce dentro del cuerpo, y sobrevive muy pocos minutos fuera de él, lo que hace prácticamente imposible una infección desde el
Buenas Prácticas En Comunicación Sobre VIH y sida
medioambiente. Requieren de una vía específica, como sangre o fluidos genitales para la transmisión.
Hablar adecuadamente sobre VIH y las personas que viven con el virus es una manera de acabar con muchos de los mitos y miedos alrededor. Mitos que se generaron sobre esta epidemia hace más de tres décadas.
Infección es una cosa, infectado es otra
Es cierto que hablar de VIH es hablar de una infección crónica. No hay cura aún, pero el manejo con medicamentos antirretrovirales favorece una vida con calidad por muchos años. Procuramos no hablar de alguien infectado con VIH, ya que es un término que contribuye a estigmatizar y generar miedos innecesarios.
Tampoco es adecuado referirse a “grupos de riesgo” si queremos mencionar a hombres gays, personas que hacen trabajo sexual, mujeres trans y otros que estadísticamente adquieren el virus con mayor frecuencia. El riesgo no está ni en los grupos, ni en las personas. Está en los comportamientos de mayor riesgo para adquirir VIH o en la falta de estrategias para prevenir su adquisición.
Desde luego, VIH y Sida no son lo mismo
Para tener un buen uso del lenguaje, es importante entender la diferencia entre VIH y Sida. Hace 40 años, conocimos primero la palabra Sida por ser el acrónimo de síndrome de inmunodeficiencia adquirida, cuando no sabíamos que lo causaba un virus. Ese es el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).
Hoy sabemos también que el VIH es totalmente controlable, al punto que al estar en tratamiento antirretroviral, una persona alcanza un estado indetectable, donde ya no transmite el virus. Y puede mantenerse así de por vida.
El Sida es un conjunto de signos que indican otras infecciones que pueden ser letales. La gente puede morir por neumonía, o tuberculosis. Pero no de Sida, que es solamente el conjunto de signos.
Sabemos también que un diagnóstico oportuno y mantenernos en tratamiento si vivimos con VIH evitará que el virus logre vulnerar nuestro sistema inmune al punto que desarrollemos los signos que se engloban como sida (infecciones oportunistas, baja de peso, fiebres “inexplicables” y otros).
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